jueves, 21 de noviembre de 2013

La Carretera Austral: naturaleza salvaje en estado puro.

Hace días ya que salimos de Puerto Montt y hasta ahora, casi 400 km después conseguimos wifi. La Carretera Austral es pura naturaleza, con densos bosques que casi parecen más una selva, además la humedad es..., digamos que latente jejeje. Vas por la ruta y a cada curva, después de un nuevo repecho, o de una bajada ves un lugar espectacular: una curva de ese río color turquesa con el bosque y las montañas neveras al fondo, o un glaciar que precipita montaña abajo. Simplemente sin palabras para describir la magnitud que tiene todo aquí, bueno si, se me ocurren dos: Pura Vida!!.
En esto del pedalear diario andamos coincidiendo con un francés que salió de casa y llego a Japón, de ahí voló a Canadá y cuando llegue a Ushuaia seguirá por África, mucho valor afrontar sólo esa aventura, nos ha caído bien, nos ha parecido buen tipo. Y va acompañado durante estos días de un simpático americano, de Nueva York, que también disfruta de esto de darle a los pedales por lugares remotos y fríos porque, vaya frío que hace por estos lares. La cercanía de la Antártida se nota y a medida que bajamos hacia el sur la temperatura se acerca más a cero. Hace tiempo ya que no subimos de 13 ó 14 y por la noche la cosa baja de cero rápidamente. Con tanto frío la mejor sensación es cuando, sobre las 9 de la tarde (porque aquí la noche empieza sobre las 9:45/10) y con un frío que pela te metes en el saco de dormir y te da por dar un grito, no se por que pero se mete uno en la cama fría y le da por gritar, y empiezas a entrar en calor rápidamente. Que a gusto se duerme en el saco de dormir!!! En algunos tramos de la Carretera Austral hay que coger transbordadores, de momento llevamos 3, dos pequeños de 40 minutos y uno de 4 horas a través de un largo fiordo donde, en un día espléndido, pudimos disfrutar de unas espectaculares vistas y de algún que otro delfín y leones marinos que buscaban su almuerzo. 
La ruta va serpenteando por el bosque a través angostos valles y con continuos desniveles, no es que sea extremadamente dura pero hay tramos de ripio que terminan hartando, encima están empezando las obras para asfaltar toda la ruta y algún tramo esta hecho un desastre. Creo que cuando este asfaltada, en 3 años o así según dicen, será mucho más cómoda pero perderá un poco el espíritu de salvaje, un aura un poco mística que se acrecienta aún más si cabe con los cielos plomizos que normalmente acompañan nuestras pedaladas. Como pasa por ejemplo con los Annapurnas en Nepal, donde también construyen una carretera, nos empeñamos en civilizar tanto este mundo que cualquier día de estos nos vamos a encontrar con que lo único salvaje que nos queda serán los recuerdos. Es una suerte poder disfrutar de estas maravillas y encima no me canso de decir que verlo desde el sillín nos hace sentirlo todo mucho más intenso, como el aire te hiela la cara cuando coges una bajada, o el olor a madera húmeda al atravesar el bosque, o el agua que te espabila al pasar cerca de una cascada....
Nos encontramos cerca de Coihaique ya, acercándonos a Cochrane, donde acabamos la ruta hace 4 años y donde nos acordaremos de los amigos con los que compartimos aquella fría aventura. Dos de aquel curioso grupo repetimos, pero esta vez se ha unido un componente femenino desde Puerto Montt. Pasamos de ser el duo dinámico a el trío calavera jejeje. La gente sigue siendo muy amable y ahora, debido al componente femenino, un poco más si cabe así que lo utilizaremos a nuestro favor en caso de necesidad en nuestras aventuras y desventuras frioleras en tanto que avanzamos lentamente, como siempre por esta vez, rumbo al sur.